1984 (Michael Radford, 1984) DVDRip VOSE

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raul2010
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Elink - 1984

Mensaje por raul2010 » Jue 08 May, 2003 22:15

pues muchos zenkius a todos, sobretodo a estos traductores, q habria q ponerles un monumento, joder

q se lo curran un wevo!!

lo cliqueo todo, pero al final seguro q tuesto los vuestros, q seran mejores q los del subpack, a q si? :D

salu2

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etayo
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Mensaje por etayo » Mié 14 Abr, 2004 18:13

Hacia tiempo que pensaba en ver esta peli pero no sabia que hubiera un post aqui! No conozco nada sobre ella pero la novela de George Orwell es simplemente GENIAL, me encanta. Asi que... ya se sabe :D

pupille
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Mensaje por pupille » Mié 14 Abr, 2004 18:48

La pusieron, creo....... el domingo en canal satelita digital y tal . La podia haber grabado , yo la habia visto hace tiempo y la verdad la pelicula para mi gusto me parece bastante mediocre . Nada en comparacion con la novela de Orwell que si que es una obra maestra. Lo dicho , la pelicula a mi paracer (que no tiene por que estar todo el mundo de acuerdo) bastante flojilla.

Aunque no es malo visionarla como curiosidad. Estaria bien que se hiciera una buena produccion de esta novela , por que lo merece.

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peter_love
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Mensaje por peter_love » Mar 26 Jul, 2005 16:55

Bueno, ya lo he copiado en el hilo de Animal Farm, y creo justo que también esté aquí. Un saludo.

Por cierto, este texto está extraído del libro de Frances Stonor Saunders, "La CIA y la guerra fría cultural" (aunque yo creo que queda más correcto "La CIA EN la guerra fría cultural, que da más la sensación que estaban hasta el cuello en ella), del capítulo XVII, "Las Furias Guardianas", páginas 410 a 420 de la versión española, publicada por la Editorial Debate (traducciçon de Rafael Fontes). No tiene desperdicio:

Sobre Animal Farm dice:
"Poco después de la muerte de Orwell, en 1950, Howard Hunt envió a Alsop y a Farr a Inglaterra hablasen con Sonia, la viuda del escritor. No fueron allí para consolarla, sino para convencerla de que firmase el contrato de cesión de los derechos de Animal Farm [Rebelión en la Granja]. Ella lo hizo, no sin antes hacerles prometer que organizarían un encuentro con Clark Gable. «De esta [visita] –escribió Howard Hunt- procede la película de dibujos animados Animal Farm, que la CIA financió y distribuyó por todo el mundo.»

Después de haber adquirido los derechos, Hunt de dedicó a conseguir un productor que sirviese de tapadera para la CIA. Se decidió por Louis de Rochemont, que había contratado a Hunt cuando hizo The March of Time, una serie de documentales mensuales para Time Inc.

En relación con Hunt, y utilizando fondos de la CIA inyectados por Alsop y Farr, Rochemont(1) empezó la producción de Animal Farm el 15 de noviembre de 1951. Para realizar la película de dibujos animados más ambiciosa del momento (ochenta dibujantes, 750 escenas, 300.000 dibujos en color) se eligió a la empresa británica Halas and Batchelor Cartoon Films Ltd. John Halas había nacido en Hungría y llegó a Inglaterra en 1936. Trabajó para Music Man, la primera película inglesa de dibujos en Technicolor. Junto a su mujer, Joy Batchelor, produjo más de un centenar de películas para la Oficina Central Británica de Información, en muchas de las cuales se hacía propaganda del Plan Marshall y de la OTAN.

El editor de Animal Farm, Fredric Warburg, se tomó mucho interés en la producción de Halas y mantuvo a sus amigos del Congreso por la Libertad Cultural informados de sus progresos. Visitó el estudio varias veces en 1952-1953, para visionar las secuencias, y para hacer sugerencias de cambios en el guión (¿tal vez fuese Warburg el que sugiriese que al viejo Mayor, profeta de la revolución, se le debería dar la voz y el aspecto de Winston Churchill?). Al mismo tiempo, supervisaba una nueva edición de Animal Farm, que sería publicada por Secker y Warburg con fotogramas de la película de Halas y Batchelor.

También el guión fue revisado minuciosamente por el Consejo de Estrategia Psicológica. Según un informe interno de 23 de enero de 1952, el guión aún no terminaba de convencer a sus miembros, los cuales encontraban «el tema algo confuso y el impacto del relato, tal y como quedaba expresado en el orden de las escenas … algo nebuloso. Aunque el simbolismo es aparentemente sencillo, el mensaje no posee demasiada claridad». Curiosamente, la crítica de los burócratas de la inteligencia americana se hacía eco de anteriores comentarios de T. S. Eliot y de William Empson, los cuales habían escrito a Orwell en 1944, señalándole fallos e incoherencias en la parábola central de Animal Farm.

Los problemas de guión se resolvieron cambiando el final. En el texto original, los cerdos comunistas y los hombres capitalistas no se diferencian, mezclándose en una misma charca de podredumbre. En la película esa analogía fue cuidadosamente eliminada (Pilkington y Frederick, personajes fundamentales a los que Orwell hacer presentar a las clases gobernantes británicas y alemana, casi no aparecen) y, en el final, son eliminados sencillamente. En el libro, «»Los animales, asombrados, pasaron su mirada del cerdo al hombre, y del hombre al cerdo; y nuevamente del cerdo al hombre; pero ya era imposible distinguir quién era uno y quién era otro.

Los espectadores de la película, sin embargo, vieron un desenlace por completo distinto, en el que es la imagen de los cerdos lo que incita a los demás animales que miran a organizar una contrarrevolución victoriosa, arrasando la casa de la granja. Al eliminar de la película a los granjeros humanos, dejando únicamente a los cerdos, disfrutando de los frutos de la explotación, se dio la vuelta a la identificación de la corrupción comunista con la decadencia capitalista.
Sobre "1984: The Big Brother is watching you" descubrió:
Mayores libertades, incluso, se propusieron cuando la CIA echó mano de 1984(2), una obra posterior de Orwell. Orwell murió antes de ceder los derechos para la película, pero en 1954 ya habían pasado a manos del productor Peter Rathvon. Rathvon, buen amigo de John Ford, había sido presidente de la RKO hasta que fue destituido por Howard Hugues, en 1949. Ese año, creó la Motion Picture Capital Corporation, dedicada a la producción y a la financiación cinematográfica. La corporación –y el propio Rathvon- disfrutaba de estrechas relaciones con el gobierno de los EE. UU. Financiando películas para el Motion Picture Service. Según Lawrence de Neufville, Howard Hunt solicitó la colaboración de Rathvon en la versión cinematográfica del clásico de Orwell. A través de la corporación de Rathvon, gracias al dinero gubernamental, se pudo comenzar la producción de la película, que se estrenó en 1956, teniendo como protagonistas a Edmond O’Brien, Jan Sterling y Michael Redgrave.

La pesadilla descrita por Orwell en 1984, interesaba a los estrategas culturales en varios aspectos. Los oficiales de la CIA y el Consejo de Estrategia Psicológica (para los cuales el libro era lectura obligada) se aferraban a su tratamiento de los peligros del totalitarismo, pasando por alto el hecho de que Orwell arremetía contra los abusos de todos los Estados que sometan a control a sus ciudadanos, tanto de derecha como de izquierda. Aunque los blancos a que se dirigía eran complejos, el mensaje global del libro estaba claro: era una protesta contra todas las mentiras, contra todos los trucos empleados por los gobiernos. Pero los responsables de la propaganda americana no tardaron mucho en considerarla como si fuera exclusivamente un tratado anticomunista, lo que llevó a un crítico a decir que «Sea lo que sea lo que Orwell creyese haber hecho, proporcionó a la guerra fría uno de sus mitos más potentes … En los años cincuenta, la OTAN utilizó su misma jerga [Newspeak: neolengua, vamos. Nota mía]». En otro plano, 1984 era un libro lleno de desconfianza hacia la cultura de masas y hacia los peligros de la esclavitud universal, en virtud de una ignorancia complaciente (la reacción de Winston cuando la mujer proletaria canta una canción popular mientras cuelga la ropa resume perfectamente este miedo a la «cultura de masas», y a su fácil y soporífero aburrimiento). De nuevo, su objetivo político era menos específico que universal: el abuso del lenguaje y de la lógica –lo que Peter Vansittart llamaba «la miserable amenaza de lo políticamente correcto»- se nos imputaba a Nosotros además d a ellos. En la versión cinematográfica esta distinción queda difuminada.

La manipulación de la parábola de Orwell para adecuarse a los prejuicios y posiciones de los productores de la película era, por supuesto, totalmente coherente con el sesgo político de la guerra fría cultural. Para ayudar a estructurar esta interpretación partidista nadie mejor que Son Stein, director ejecutivo del comité Americano por la Libertad Cultural, al que Rathvon consultó en varias ocasiones pidiéndole consejo para el guión. Stein tenía consejos para dar y tomar. Primero, el guión «debería prestar mucha atención a las cuestiones específicas del totalitarismo de nuestros días. Por ejemplo, los carteles del "Gran Hermano" deberían llevar la fotografía de un ser humano real, no una caricatura de Stalin». Nada en la película debería ser una caricatura, continuaba Stein, «sino simplemente una ampliación de algo que podemos contemplar directamente en la actualidad». Por ejemplo, cuando «se supone que los miembros de la Liga Antisexo lleven bandas sobre el pecho», a Stein le preocupaba que «esas bandas no se parezcan nada a lo que sucede en la vida de los países totalitarios, tal y como los conocemos, sino a las bandas que llevan a los diplomáticos en los actos oficiales». Stein, por lo tanto, sugería, que deberían llevar brazaletes, en lugar de bandas. Análogamente, en el lugar donde Orwell hace aparecer las trompetas en la novela, Stein quería que se «eliminasen», porque para los americanos, las trompetas se «asociaban con las ceremonias».

Pero fue el final lo que más inquietaba a Stein, que le dijo a Rathvon: «El problema con el final, como yo lo entiendo, es que termina en una nota de total desesperación: a Winston Smith le privan de su humanidad y capitula ante el Estado totalitario. Creo que estamos de acuerdo en que esto presenta una situación sin esperanza, cuando, en realidad, existe cierta esperanza … esperanza en que la naturaleza humana no pueda ser cambiada por el totalitarismo y que tanto el amor como la naturaleza pueden sobrevivir incluso bajos los horrendos abusos del Gran hermano». Stein propuso que Rathvon eliminase el final de Orwell, cambiándolo por el siguiente desenlace: «Julia se levanta y se aleja de Winston. ¿Por qué Winston no puede salir de también del café?, no tras Julia, sino en dirección contraria y mientras camina compungido por la calle, ¿no podría ver los rostros de los niños, no la cara de la niña que acusa a su padre sino los rostros de los niños que han logrado mantener parte de su inocencia natural? … comienza a caminar más deprisa, y la música aumenta de volumen hasta que Winston vuelva a encontrarse cerca del apartado lugar donde él y Julia se refugiaron del mundo totalitario. De nuevo vemos las hojas de hierba, el viento azotando los árboles, e incluso, quizá, a través de los ojos de Winston, a otra pareja acurrucada. Son esas cosas las que para Winston, y para nosotros, representan lo permanente, lo que el Gran Hermano no puede destruir. Y mientras Winston se aleja de esta escena, oímos en la banda sonora el latido de su corazón y se queda sin aliento al darse cuenta de lo que el Gran Hermano no puede quitar a la humanidad, lo que siempre supondrá un contrate y un conflicto con el mundo de 1984, y quizá, para fijar este punto de vista, podemos ver a Winston mirarse las manos: dos dedos de la mano izquierda, dos dedos de la mano derecha; sabe que dos más dos son cuatro. Al darse cuenta de esto, continuamos oyendo latir su corazón, y por extensión, también late el corazón de la humanidad, más fuerte, conforme la película toca a su fin».

La película, de hecho, se terminó con dos finales diferentes, uno para el público estadounidense y otro para el británico. Ninguno utilizó las edulcoradas sugerencias de Stein, aunque la versión británica era fiel a la idea del final de Stein, con Winston abatido a tiros tras gritar «¡Abajo el Gran Hermano!», seguido instantes después por Julia. En el libro, en claro contraste, Orwell niega explícitamente la posibilidad de que el espíritu humano se pueda alzar por encima de las presiones del Gran hermano. Winston está totalmente abatido, destrozado su espíritu, «la lucha había terminado. Se había vencido a sí mismo definitivamente. Amaba al Gran hermano». Las instrucciones expresas de Orwell de que bajo ningún concepto se debía alterar 1984, fueron adecuadamente desoídas.

Las películas Animal Farm y 1984 estuvieron listas para su distribución en 1956. Sol Stein anunció que eran «de interés cultural para el Comité Americano por la Libertad Cultural» y prometió ocuparse de que tuvieran «la mayor difusión posible». Se dieron los pasos necesarios para facilitar que las películas recibiesen una favorable acogida, como «concertar la publicación de editoriales en los periódicos de Nueva York» y la distribución de «gran cantidad de cupones de descuento».

Se podría decir que las «falsificaciones» son inherentes a todas las adaptaciones de un texto al celuloide; que producir una película es por sí mismo –y no necesariamente malo- un acto de traducción o incluso de reinvención. Isaac Deutscher, en «The Mysticism of Cruelty», su ensayo sobre 1984, afirmaba que Orwell «tomó prestada la idea de 1984, el argumento, los principales personajes, los símbolos y toda la situación del argumento de la obra Nosotros de Evgeny Zamyatin». El recuerdo personal que Deutscher tenía de Orwell era que «estaba obsesionado por las "conspiraciones", y que su forma de razonar en política me sorprendió como si fuera una sublimación freudiana de una manía persecutoria». Preocupado por la «falta de sentido histórico y de comprensión psicológica de la vida política» de Orwell, Deutscher advertía: «Sería peligroso no reconocer el hecho de que, en el Oeste [Occidente. Nota mía], millones de personas pueden tender, en su angustia y miedo, a huir de su propia responsabilidad en el destino de la humanidad y a dar rienda suelta a su enojo y desesperación acerca del diablo y a la vez chivo expiatorio que el 1984 de Orwell ha puesto ante sus ojos … Pobre Orwell, nunca se podría haber imaginado que su propio libro sería algo tan importante en el programa de la Semana del Odio [Hate Week. Celebración inventada por Orwell para 1984. Nota del Traductor]».
Y sobre la supuesta (o no) "lista negra de comunistas", la autora nos regala con esto:
Pero el propio Orwell no era por completo inocente de tales manipulaciones de la guerra fría. Después de todo, había entregado una lista de personas sospechosas de ser compañeros de viaje [del comunismo. Nota mía] al Departamento de Investigación de la Información, en 1949, una lista en la que denunciaba a 35 personas como compañeros de viaje (o «FT» [Fellow Travellers. Nota del T.] en la jerga de Orwell), testaferros del comunismo, o «simpatizantes», entre ellos, Kingsley Martin, director del New Statesman and Nation («»Liberal degenerado. Muy deshonesto), Paul Robeson («Muy antiblanco. Partidario de Wallace»), J. B. Priestley («Simpatizante convencido, posiblemente tenga algún tipo de vínculo organizativo. Muy antiamericano»), y Michael Redgrave (una ironía del destino, dada su aparición en la película 1984). Como sospechaba de casi todo el mundo, Orwell llevó junto a él, durante muchos años un cuadernillo de cuarto azul. Hacia 1949 ya incluía 125 nombres, y se había convertido en una especie de «juego» al que Orwell le gustaba jugar con Koestler y Richard Rees, y que consistía en calcular «hasta qué grado de traición serían capaces de llegar nuestras bestias negras favoritas». Los criterios para la inclusión en el cuaderno parece que eran bastante amplios, como en el caso de Stephen Spender, cuya «tendencia a la homosexualidad», mereció ser anotada (también dijo que era «muy poco fiable» y «fácilmente influenciable»). Al realista americano John Steinbeck se le incluía en la lista sólo por ser un «Escritor espurio, pseudoingenuo», en tanto que Upton Sinclair se ganó el epíteto «Muy tonto». A George Padmore (pseudónimo de Malcom Nurse) se le calificaba de «Negro, ¿de origen africano?», «antiblanco» y, probablemente, amante de Nancy Cunard. Tom Driberg fue objeto de duros ataques, a representar todo aquello que a Orwell le encantaba temer: «Homosexual», «Se cree que es miembro clandestino», y «Judío inglés»(3).

Sin embargo lo que Orwell llamaba su «listita», pasó de ser una especie de juego a tomar una nueva y siniestra dimensión cuando, voluntariamente, la entregó al IRD, un arma secreta (como sabía Orwell) del Foreign Office. Aunque, más tarde, Adam Watson, del IRD, dijera que «Su utilidad inmediata fue que esta gente no habría de escribir para nosotros», también revelo que «[sus] conexiones con organizaciones apoyadas por los soviéticos podrían denunciarse posteriormente». Dicho de otro modo, una vez en poder de una rama del gobierno cuyas actividades no estaban sujetas control, la lista de Orwell perdió toda la inocencia que pudiera haber tenido como documento privado. Se convirtió en un archivo que representaba un riesgo cierto de dañar la reputación y las carreras de las personas.

Cincuenta años después, Bernard Crick, biógrafo autorizado de Orwell, defendió con firmeza la acción de Orwell, diciendo que «no era distinto de los ciudadanos responsables que no pasan información ala brigada antiterrorista sobre personas que conocen y piensan que son activistas del IRA. Se consideraba una época muy peligrosa, el final de los cuarenta». De esta defensa se hicieron eco los que estaban decididos a perpetuar el mito de la existencia de un grupo intelectual, unido por sus vínculos con Moscú, y unidos en un intento sedicioso de preparar el terreno para el estalinismo en Gran Bretaña. No existe evidencia de que nadie en la lista de Orwell (según lo que se ha hecho público de ella) estuviese implicado en actividades ilegales y, ciertamente, nada que justificase su comparación con los terroristas irlandeses. «Homosexual» era la única acusación que conllevaba riesgo de condena criminal, aunque ello no parece haber disuadido a Orwell en su empleo de la palabra. Las leyes británicas no prohibían la pertenencia al Partido Comunista, ni ser judío, ni sentimental, ni estúpido. «En lo que al derecho concierne, Orwell no puede hacer nada torcido [juego de palabras entre right y wrong. Nota del traductor]», ha escrito Peregrine Worsthorne. «Se confía totalmente en su opinión en estos asuntos. Si pensaba que la guerra fría justificaba que un escritor estuviese deseoso de vender a otro, ya estaba. Fin de la discusión. Pero no debería serlo. Un acto deshonroso no se convierte en honroso sólo porque fuese cometido por George Orwell».

Esto no quiere decir que Orwell hiciese mal en preocuparse de lo que él llamaba «efecto venenoso del mito ruso en la vida intelectual inglesa». Él, más que nadie, conocía el coste de la ideología, y las distorsiones realizadas en su nombre por «los liberales que temen a la libertad y los intelectuales que quieren hacer daño al intelecto». Pero por sus actos, demostró que había confundido el papel intelectual y el del policía. Como intelectual, Orwell podía contar con público para sus ataques contra la rusomanía británica, abiertamente, entrando en un debate con sus oponentes en las páginas de Tribune, Polemic y otras revistas y periódicos. ¿De qué forma se defendía la causa de la libertad respondiendo con subterfugios a la (supuesta) deshonestidad intelectual?

«Si tuviera que elegir un texto para justificarme, elegiría el verso de Milton: "Por las conocidas normas de la vieja libertad"», escribió Orwell en el prefacio de Animal Farm. La frase, explicaba, se refería a su fe en la «arraigada tradición» de «libertad intelectual … sin la cual nuestra característica cultura occidental es dudoso que existiese». A continuación incluía una cita de Voltaire: «Detesto lo que decís; defenderé hasta la muerte vuestro derecho a decirlo». Meses antes de su muerte, Orwell parecía estar diciendo: «Detesto lo que decís; defenderé hasta la muerte vuestro derecho a decirlo; pero no en cualquier circunstancia». Comentando lo que ella consideraba como un viraje de Orwell a la derecha, Mary McCarthy señaló que fue una bendición que muriese tan joven."
Yo me he quedado con la boca abierta, pensando cuánto de lo que pienso en mío y cuánto fruto de la propaganda. Y ya no me sorprende que todas las pelis de Hollywood estén cortadas por el mismo pratrón. Pues eso, más contra el pensamiento único y contra los sistemas (TODOS ELLOS basados en la exclavitud) que nunca. Un saludo animalista,

peter_love

PD. Aquí tenéis 3 interesantes notas al pie, que he encontrado al finalizar el libro:

(1)
"De Rochemont había alcanzado cierta fama como productor independiente con House on 92nd street, en la que unos valerosos agentes del FBI luchaban contra espías alemanes. El filme fue alabado por su realista puesta en escena -Rochemond la calificó como «película de no-ficción»- de un caso real de los archivos de J. Edgar Hoover. Según un historiador, Rochemont «tuvo durante toda su carrera una obsesión con los espías», interesante currículum para alguien que estaba a punto de trabajar con varios de ellos. Lawrence de Neufville, que le conoció en Inglaterra durante el rodaje de Animal Farm, recordaba el entusiasmo de Rochemont por «codearse con los muchachos de la Agencia, como si estuviese en una de sus películas» (Fuente: Lawrence de Neufville, entrevista telefónica con la autora)".
(2)
"La financiación oficial de 1984 incluía una subvención de 100.000 dólares de la Agencia de Información de los Estados Unidos, para hacer lo que su presidente calificaba de «la más devastadora película anticomunista de todos los tiempos» (Fuente: Tony Shaw, The British Cinema, Consensus and the Cold War 1917-1967 -original no publicado-)".
(3)
"Orwell era tremendamente antisionista, y creía que «Los judíos sionistas de todo el mundo nos odian y consideran a Gran Bretaña el enemigo, más, incluso, que a Alemania». Por esta razón, aconsejó al IRD que era «mala política intentar ganarse al enemigo», y les adevertía que no pensaran que el «anti-antisemitismo era una baza importante en la propaganda anti-rusa». (Fuente: George Orwell a Celia Kirwan, 6 de abril de 1949)"
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“Yo no soy un político; creo en la libertad. Esa es toda mi política.”
Charles Chaplin

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silentrunner
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Mensaje por silentrunner » Mié 04 Ene, 2006 12:35

no he logrado encontrarla pero...¿alguna vez se publicó en DXC un link a la versión de 1984 del año 1956?

Por que me encantaría verla, y si no es así ¿alguien se anima?
:wink:

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Chacoterox
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Mensaje por Chacoterox » Mié 11 Ene, 2006 05:16

Hay 10 tipos de personas. Los que saben binario y los que no...

dvdfernandes
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Mensaje por dvdfernandes » Sab 29 Mar, 2008 00:27

Nuevo rip
Nineteen Eighty-Four
(1984)


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Director: Michael Radford
Nacionalidad y año: Reino Unido 1984
Guión: Jonathan Gems, George Orwell
Música: Annie Lennox, Dominic Muldowney, David A. Stewart
Intérpretes: John Hurt, Richard Burton, Suzanna Hamilton, Cyril Cusack, Gregor Fisher, James Walker, Andrew Wilde

Sinopsis: En 1984 el mundo se encuentra dividido en tres estados, dominados por gobiernos absolutistas que prohiben cualquier manifestación de placer. Winston, un trabajador del Partido Exterior en el Ministerio de la Verdad, está escribiendo un diario que puede ser motivo de detención, tortura y posterior ”vaporización”. Su vida se complica cuando conoce a Julia, con la que inicia una relación clandestina, que mantienen fuera del alcance de las cámaras que vigilan a la población, para aniquilar cualquier asomo de rebelión.



George Orwell's Terrifying Vision Comes To The Screen.

In a dystopian England of the year 1984 AD, Winston Smith (John Hurt) is just another lowly Party official in the Ministry of Propaganda. His task, like many in his office, is to "erase" anyone who has fallen afoul of the government from the official histories. Automaton-like, he goes through his daily routine, under constant surveillance from the "telescreens" (two-way TV monitors) and his fellow citizens.

He eventually meets Julia (Suzanna Hamilton), a pretty young Party member who ultimately arranges to have an affair with him. This is all new for the beaten-down Smith, and he starts to get ideas. Unfortunately, both the affair and free thought are strictly forbidden. Despite taking precautions, the pair are eventually picked up by the Security forces of the Ministry of Love.

Winston is given a lecture in the nature of things by O'Brien (Richard Burton), a senior Party member who lives a lifestyle the lower classes cannot dream of. He is told in no uncertain terms that the State (characterized by the slogan "Big Brother is Watching You", the ever-present Telescreens, and black helicopters) cannot be defeated and resistance is futile. He is then taken to the Ministry of Love, where he is severely beaten and starved.

Eventually, Winston is hauled to Room 101, where prisoners are exposed to their deepest fears. A horrible rat cage is placed on his head, and the guards threaten to allow the rats to gnaw his face off. The pitiful man cracks, blames it all on his lover, Julia, and begs for her to be punished instead. Having broken him, O'Brien releases Winston to sit at a cafe watching propaganda on TV until (presumably) it is time to be executed for treason. The last thing he sees is his own forced confession as an emotionless Julia admits she turned on him as well.


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Tras el debate a partir de aqui.


Dos observaciones:
1. O AR Es correcta (1:85 en el DVD)
2. La música es de Eurythmics, como se puede ver en los créditos del inicio



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Código: Seleccionar todo

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Subtitles: will follow
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Subtitulos (VOB) para Nineteen.Eighty-Four.(1984).DVDRip.XViD.AC3-pITo
(English, Spanish, Portuguese, Turkish, Deutch, French, Swedish, Finnish)

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Norman_Bates
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Mensaje por Norman_Bates » Sab 29 Mar, 2008 16:08

- Pincho esta última versión, gracias por el link dvdfernandes.
"El mejor amigo de un muchacho es su madre"

mot
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Mensaje por mot » Lun 31 Mar, 2008 07:46

Muchas gracias.