Crónica de la vida - Nuestras experiencias

Asuntos "fuera de temática". Recordad que el Respeto es Norma Primera e Innegociable.
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acg110080
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Re: Crónica de la vida - Nuestras experiencias

Mensaje por acg110080 » Mar 13 Abr, 2010 12:27

Dardo escribió:
No puedo resistirme a entrar en tema de "brasas" como gran experto en parrilla y barbacoas. :mrgreen:

Existen varios tipos de brasas:

1.- Las que se quedan inservibles y no se puede volver a trabajar con ellas, normalmente vienen dadas por haber sido ya malas desde el inicio o bien que en la preparación de la "parrilla" los ingredientes no han sido los adecuados o bien han desprendido elementos que son irreparablemente perjudiciales para siempre.

2.- Las brasas que también son inservibles, pero por un motivo bien distinto, has hecho todo bien, pero se te ha olvidado protegerlas de acciones externas y con el tiempo y por el abandono se quedan también para tirar, y no puede salir nada de ahí.

3.- Por último quedan las peligrosas, has operado bien en el proceso de elaboración, las has protegido pero por motivos X has tenido que dejar y si bien con un poco de llama volvería a ser candentes y operativas no puedes hacer uso de ellas. Este caso es el que siempre tienes en mente, diciendo, dios mío, las "costillas" que me he perdido de disfrutar, algunas veces por decisión personal, y otras veces por decisión de las propias "costillas".
No sé si es la metáfora o la hora, pero se me está abriendo el apetito
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Sarmale
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Re: Crónica de la vida - Nuestras experiencias

Mensaje por Sarmale » Mar 13 Abr, 2010 12:34

¿Qué apetito, acg? :mrgreen:
Elige en amistad
a esas personas,
que sabes que no te van a dar disgustos
hasta el día de su muerte.

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Re: Crónica de la vida - Nuestras experiencias

Mensaje por acg110080 » Mar 13 Abr, 2010 12:36

Sarmale escribió:¿Qué apetito, acg? :mrgreen:
Ese mismo :juas:
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Re: Crónica de la vida - Nuestras experiencias

Mensaje por Dardo » Mar 13 Abr, 2010 12:42

acg110080 escribió:
Sarmale escribió:¿Qué apetito, acg? :mrgreen:
Ese mismo :juas:
Prefieres costilla o chuleta ? :mrgreen:

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Re: Crónica de la vida - Nuestras experiencias

Mensaje por Sarmale » Mar 13 Abr, 2010 12:43

Imagen
Elige en amistad
a esas personas,
que sabes que no te van a dar disgustos
hasta el día de su muerte.

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Re: Crónica de la vida - Nuestras experiencias

Mensaje por FLaC » Mar 13 Abr, 2010 12:47

Dice el personaje protagonista de "El Inmoralista" de Gide, en el único poso que deja la novela, que los recuerdos son traidores y que hipotecan y envenenan (¿son sinónimas, no?) el presente que es lo único que importa.

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Re: Crónica de la vida - Nuestras experiencias

Mensaje por Sarmale » Mar 13 Abr, 2010 12:52

El presente no existe, FLaC. Siempre es pasado.
Elige en amistad
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Re: Crónica de la vida - Nuestras experiencias

Mensaje por acg110080 » Mar 13 Abr, 2010 13:45

Dardo escribió:
acg110080 escribió:
Sarmale escribió:¿Qué apetito, acg? :mrgreen:
Ese mismo :juas:
Prefieres costilla o chuleta ? :mrgreen:
Costilla, costillas, chuletas, chuletillas, piernas, paletillas, falda, faldilla, muslo, pechuga... Lo que haga falta, yo me hago a todo :mrgreen:
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Re: Crónica de la vida - Nuestras experiencias

Mensaje por mesmerism » Mar 13 Abr, 2010 14:11

Que no haya ese hilo del amor es uno de los grandes "lastres" del foro. Yo estuve a punto de abrirlo hace unas semanas, pero lo dejé pasar. Tengo incluso el encabezado en alguna parte...

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Re: Crónica de la vida - Nuestras experiencias

Mensaje por Sarmale » Mar 13 Abr, 2010 14:12

Mesme, te tocó.
Yo no diría que es uno de los grandes lastres, pero vamos.
Yo no lo abro, porque no entiendo del tema.
Elige en amistad
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hasta el día de su muerte.

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Re: Crónica de la vida - Nuestras experiencias

Mensaje por pickpocket » Mar 13 Abr, 2010 14:17

Sarmale escribió:El presente no existe, FLaC. Siempre es pasado.
Huy!!, discrepo profundamente!!

Abre otro hilo para eso :mrgreen:

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Re: Crónica de la vida - Nuestras experiencias

Mensaje por Sarmale » Mar 13 Abr, 2010 14:22

Pick, a mí lo que me alegra es que hayas salido de tus aposentos y te comuniques con los demás.
Elige en amistad
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que sabes que no te van a dar disgustos
hasta el día de su muerte.

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Re: Crónica de la vida - Nuestras experiencias

Mensaje por mesmerism » Mar 13 Abr, 2010 14:31

Marchando hilo del amor.

Parece que en la mesa 5 piden un hilo del tiempo también. Habrá que avisar al cocinero.

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Re: Crónica de la vida - Nuestras experiencias

Mensaje por dooddle » Mar 13 Abr, 2010 14:32

Eso, al hilo del amor, que me estáis desvirtuando este... :mrgreen: majaderos.
Si tu mula necesita un empujón avísame y te pongo slot :buscando:

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Re: Crónica de la vida - Nuestras experiencias

Mensaje por Tuppence » Mié 14 Abr, 2010 22:37

Pues yo te desvirtúo un poco más, pero sólo un pelín, porque me ha encantado esa reflexión de Dardo sobre lo del re-encuentro con gente con la que tuviste algo y aún tienes complicidad. :yes:
¡¡Desligitimación social para los maltratadores!! El maltratador es un cobarde, un delincuente y puede llegar a ser un ASESINO.
No seas complice.

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Re: Crónica de la vida - Nuestras experiencias

Mensaje por dooddle » Vie 23 Abr, 2010 12:00

En dos días pueden darse muchas paradojas de la vida.

Ayer por la mañana me enteré de que una tía mia había muerto. Tuve que ir a decírselo a mi abuela antes de que algún bocazas se lo dijera.

Por la tarde comenzó la montaña rusa: visita a la familia, risas mezcladas con llanto. Risas al recordar anécdotas, llanto al darse cuenta de que ya no volverán.

Esta misma tarde tengo funeral y encuentro con un montón de familiares. Pero luego tengo cena con amigos. ¿Cómo se cnsigue reír dos horas después de llorar? Pues no sé, pero se consigue.

Mañana por la mañana tengo entierro.Abrirán el panteón de mi familia, que hace años que no se abre y allí se quedará. Pero yo justo después del entierro tengo que partir a Bilbao porque tengo comida/juerga con mis antiguos amigos de carrera. Y tendré que reír y recordar viejos tiempos mientras recuerdo cómo han metido a alguien querido en ese panteón y cómo mi abuelo estaba allí también, pero sin que pudiéramos hacer nada.

Es una sensación rara, una especie de montaña rusa de emociones que no sé muy bien cómo lidiar.
Si tu mula necesita un empujón avísame y te pongo slot :buscando:

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Re: Crónica de la vida - Nuestras experiencias

Mensaje por Sarmale » Vie 23 Abr, 2010 12:17

Así estamos algunos últimamente.
Gente muy cercana, esperando la muerte.
Gente más cercana aún, deseando la muerte.
Y deseando, también, que el dolor no sea gratuito: que sirva para algo, el dolor.
Yo todavía no sé si sirve para algo.
Pero sí sé que lloramos y que reímos también.
Y que está bien que sea así. Que al dolor de la despedida se una la alegría del reencuentro. Y el recuerdo de las anécdotas te haga sonreír y luego llorar y luego reír. Y el relato de otras vivencias te haga olvidar un poco el dolor.
Me lo dijo una amiga, una de mis mejores amigas, después de un año horrible y, cuando vienen los momentos horribles, yo lo recuerdo: "Hay que celebrar que estamos vivos".
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Re: Crónica de la vida - Nuestras experiencias

Mensaje por Tuppence » Vie 21 May, 2010 23:37

Esta es una historia triste, aunque en ella cuente alguna anécdota que a mí me parece divertida.

Yo tengo una amiga septuagenaria a la que he aprendido a querer mucho. Ambas tenemos un hobby en común. Para practicarlo, nos reunimos en grupo un día a la semana y luego echamos unas risas y tomamos un vino o unas cañas. Ella es muy bajita, bastante encorvada y lleva el pelo siempre muy arreglado, teñido de rubio. Cuando la conocí me pareció la típica señora convencional, aunque, eso sí, bastante simpática. Lo único que encontré destacable fueron los ojos, grandes, azules, siempre rientes y pícaros.

Cuento una anécdota para situarla un poco: A poco de conocerla, la pobre sufrió un infarto y estuvo convaleciente una temporada, pero pronto se reincorporó a nuestra actividad. Se la notaba desmejorada. Estábamos de cena en plan picoteo un grupo de quince o veinte personas, cuando, con gesto preocupado, sacó unos folios del bolso y empezó a leer muy seriamente. “Si usted ha sufrido un infarto y quiere mantener relaciones sexuales….”. Hizo una pausa, levantó la vista por encima de las gafas de cerca y miró gravemente a todos y cada uno de los hombres del grupo. “Quiero”, contestó. Tras un breve silencio, en el que todos intentábamos asimilar la respuesta inesperada, continuó leyendo. “Conviene esperar de dos a cuatro semanas después del infarto y posteriormente debe observar las siguientes precauciones…”. “En mi caso, ya han pasado seis semanas”, aseveró. Lo que seguía era una serie de normas que, leídas por ella, una a una, mirando significativamente aquí y allá, resultaban desternillantes. El jolgorio fue in crescendo, a medida que avanzaba en su lectura, hasta el punto de que los otros clientes, incluso los camareros, terminaran formando parte del cotarro sin que a ella pareciera importarle lo más mínimo. Yo volví a casa con dolor de mandíbula de tanto reírme.

Desde entonces, para mí esa señora rubia y mayor es alguien importante. Una amiga sin edad. Una persona con la que charlar y comentar cualquier cosa. Una mujer que fue joven en una determinada época pero que ha seguido siendo joven muchos años, y que cuenta anécdotas que provocan ternura e hilaridad, como la de que el día de su boda fue la primera vez que “probó el pollo” en todos los sentidos de la palabra, porque hasta entonces nunca había comido ese ave, por prohibitiva, ni había follado con su marido, y a las dos cosas les tenía muchas ganas y ninguna la decepcionó.

No sé si a vosotros también os pasa eso de ver guapos a vuestros amigos, tengan el aspecto que tengan. Pero cuando al calor de una música ella se plantifica en medio de un corro y se pone a bailar cualquier cosa, según la ves alzar los brazos y girar y contonearse te olvidas de sus espalda encorvada y sólo ves la gracia enorme de sus movimientos, el ritmo bien llevado y su cara radiante.

Pronto conocí a sus nietecillos, niños de seis o siete años que pululaban de cuando en cuando por allí, y a otros nietos ya mayores que venían a verla de cuando en cuando. También estaba su hija, una mujer joven, muy alta y elegante, con los ojos igual de risueños que la madre pero mucho más guapa. Estaba divorciada y frecuentaba alguna vez nuestro círculo de amigos de la madre, y casi siempre nos regalaba con alguna “delicatesen” hecha por ella misma (recuerdo un hojaldre de pera y morcilla de burgos que estaba exquisito).

Hace dos meses, la alarma se desató. Aún siento a mi amiga, abrazada a mí como una niña, llorando desconsolada. Me impresionó que me dejara la chaqueta tan mojada de lágrimas, y aún le quedaron más para hacer lo mismo con la chaqueta de un amigo que también intentaba consolarla. Hacía mucho que no veía llorar a nadie así.

La hija tenía un tumor, había que darle quimio y lo peor era que no se sabía exactamente el origen.

Por esas mismas fechas vi por última vez a la chica. Mientras hacía un receso entre dos hospitalizaciones, se acercó un día a cenar con todos nosotros. Estaba igual de guapa que siempre porque la quimio aún no había dejado secuelas. Se formó cierto revuelo a su alrededor, todos querían saludarla y yo me limité a sonreírle desde lejos y a hacerle un gesto con los dedos: la “uve” de la victoria. Ella asintió, sonriendo también, no sólo con los labios sino con esos ojos suyos tan preciosos. Más tarde, cuando estaba yo en la barra pidiendo algo, se me acercó por detrás, enlazándome por la cintura, me plantó dos besos y así estuvimos un buen rato, enlazadas, hablando de cualquier cosa. Son momentos en los que sientes el poder que los gestos y la aproximación física tienen para contactar con el otro. Cuando los besos y los abrazos significan amistad, no sólo cortesía. (Eso admiro también de su madre: la capacidad de contactar físicamente con los demás, de forma tan limpia y tan profunda, casi como hacen los niños cuando piden o dan caricias).

Después las cosas parecía que no iban excesivamente mal. Yo seguía su evolución a través de su madre pero sobre todo a través de amigos sanitarios, que eran bastante escépticos. Me contaban, eso sí, de la fuerza de voluntad de ella, de su lucha, de su sentido del humor –sin duda heredado de la madre- y de su ternura. Y se seguía confiando en el milagro.

Luego su salud comenzó a deteriorarse irreversiblemente. La situación familiar también, con sus hijos pequeños, que ahora ya tienen nueve o diez años, cada vez más afectados por su ausencia.

La semana pasada hasta para mi amiga se hizo obvio que la situación era irreversible. Hablé con ella el sábado y me lo dijo: “Está sedada. Ahora, hasta que Dios quiera”. ¡Lo sentí tanto por ellas dos y por los niños! No sabía qué decir. Me sentí inútil, seca, vacía, sin nada que ofrecer a nadie, sin capacidad de consolar. Ese “ten confianza” que le había estado diciendo todos estos días para consolarla y en el que ella –una mujer inteligente y experta, que ha vivido lo suyo- creía contra toda evidencia, porque eso es “creer”: confiar ciegamente a pesar de las pruebas en contra. La verdad, sentí alivio cuando tuve que dejarla para que ella atendiera a sus nietos, que estaban por allí como perrillos sin collar.

El martes murió la chica. En el final, acompañaban a la madre dos de nuestras amigas, ya que por razones profesionales podían hacerlo. El miércoles la incineraron, y estuvimos algunos de nosotros, a pesar de que este tipo de actos suele ser muy reducido, porque la madre nos pidió expresamente que asistiéramos.
Me impresionaron las lágrimas del hijo menor, muy parecido al pequeño Elijah Wood de “El buen hijo”. Poco a poco se fue agotando, cansado ya de tantas lágrimas y sin comprender del todo las consecuencias de lo que estaba sucediendo. Su padre estaba todo el rato pendiente de él, pero el crío permanecía rígido, algo ausente. Cuanto todo acabó, alguien le ofreció una flor procedente de uno de los ramos mortuorios que acompañaron al féretro, y él declinó cogerla, retirándose levemente el cuerpo para que la flor ni siquiera le rozara. Yo tampoco la hubiera cogido, la verdad.

Y los ojos de la abuela, como dos pequeños botones gastados entre los párpados hinchados y enrojecidos. Se acercó a consolar al nieto y el crío pareció desmoronarse un poco, abrazándose y aferrándose a ella como a la madre-bis que había sido siempre para él.

¡Si se pudiera dividir esa pena en pedacitos, y llevarnos cada uno un trocito, para compartir ese duelo y aliviarlo un poco! Pero no se puede. Y ellos cargan con la pena inmensa. Y con la gran ausencia.
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Re: Crónica de la vida - Nuestras experiencias

Mensaje por Dardo » Vie 21 May, 2010 23:51

Has definido tu experiencia muy bien Tuppence
Tuppence escribió:Esta es una historia triste, aunque en ella cuente alguna anécdota que a mí me parece divertida.
Lo cierto es que me imagino que casi todos conocemos si no un caso exacto con tintes parecidos y siempre prefiero quedarme con las partes buenas, y los detalles tan bonitos que a veces aparecen en momentos tan difíciles, pero esto es la vida y nos guste o no una realidad que se da a diario aunque no la veamos.

Creo que de vez en cuando hace falta compartir también historias de este tipo.

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Re: Crónica de la vida - Nuestras experiencias

Mensaje por Sarmale » Vie 21 May, 2010 23:53

Yo te abrazo muy fuerte, Tupp. Hoy he estado de tanatorios.
Últimamente lo de ir al tanatorio está convirtiéndose en una costumbre que no me gusta nada.
Elige en amistad
a esas personas,
que sabes que no te van a dar disgustos
hasta el día de su muerte.

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