Leido en www.proceso.com.mxFestival en Hong Kong
Javier Betancourt
HONG KONG.- "El mundo se convierte en un gigantesco centro comercial global (Global Shopping Mall) de productos irremediablemente mediocres, por ello me conmueve tanto encontrar directores capaces de afirmar que la cultura debe actuar como fuerza de cambio", declara Jacob Wong, uno de los curadores del Festival Internacional de Hong Kong (HKIFF) en su XXIX.
El clima de primavera en Hong Kong resulta ideal, poco frío y menos humedad de la normal, para disfrutar este festival (22 de marzo al 6 de abril) que incluye actividades dentro y fuera de los diferentes centros culturales, algunos en la isla principal y otros en el continente; transportarse, por tierra o por mar, en la ciudad de Wong Kar Wai, de Jacky Chan o de Stephen Chiau, es cada vez otra película más que termina en el refrigerador de la sala de exhibición, climatizada haga frío o calor, y empieza de nuevo en la calle, el metro o el Star Ferry que conecta la isla Victoria con la península del Kowloon.
El festival inicia una nueva etapa, por primera vez en tres décadas ha sido representado por una organización con fines no lucrativos, la Sociedad del Festival Internacional de Hong Kong; se pretende lograr una independencia total por parte de los patrocinadores y renovar la visión del suceso, que aunque incluye la participación de más de 40 países, apoya principalmente la producción de esta parte del mundo.
La crisis de la industria cinematográfica en Hong Kong, después del éxodo de actores y directores temerosos de las consecuencias de la retrocesión de la colonia británica a China, la posible censura entre ellas, se nota en el número de producciones y exhibiciones locales. Duele ver la cartelera comercial de la que fue alguna vez rival de Hollywood invadida, parasitada, por películas americanas. Pero el espíritu pragmático de Hong Kong intenta compensar la situación produciendo lo más posible de cintas en colaboración con China continental; a pesar de las rivalidades históricas y económicas, cada vez son más frecuentes las coproducciones que involucran a China, Japón, Korea del Sur, Hong Kong o Taiwán.
Entre las varias secciones del festival, galas, ficción, documentales, visión global, cortometraje, animación, propias a cualquier festival internacional, destacan el renacimiento chino, panorama de Hong Kong, Actor in Focus (Andy Lau), Homenaje al japonés Keisuke Kinoshita, y la exhibición multimedia a propósito del cinefotógrafo Christopher Doyle. En el área vanguardista, o lo que esto quiera decir, inevitable la presencia de Tulse Luper Suitecases, II, III delirio megalomaníaco multimedia de Peter Greenaway.
La retrospectiva de Keisuke Kinoshita continúa todo el mes de abril; un cineasta tan importante como Ozu, Mizoguchi o Kurosawa. Hoy en día se aprecia mejor el juego de anacronismos y abstracción en la composición derivada del teatro kabuki en La balada del Narayama (1958), conocida por el remake que realizó Sohei Imamura en los ochenta. También la desgarradora Tragedia japonesa (Nihon no higeki, 1953), relato en tono realista que descubre la "vergüenza, el escarnio, el abuso y la explotación" del ambiente que predominó en el Japón de la posguerra.
Por medio de fotos y video, Christopher Doyle compone una atmósfera que él llama su "espacio vital". Uno de los cinematógrafos más creativos de la actualidad; en México se conoce su trabajo en las películas de Wong Kar-wai, o recientemente, su trabajo como fotógrafo de Héroe y La casa de los cuchillos voladores de Zhang Yimou. Ojalá que el público mexicano pueda apreciar la innovación de su técnica 2046, la última cinta de Wong.
Un saludo