Plácido (Luis García Berlanga, 1961) DVDRip

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rrreeevvv
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Plácido (Luis García Berlanga, 1961) DVDRip

Mensaje por rrreeevvv » Mié 06 Ene, 2010 01:24

Plácido

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Sinopsis: En una pequeña ciudad de provincias, unas señoras se inventan la campaña navideña "cene con un pobre", para que los más necesitados disfruten por una noche del calor y el afecto que no tienen, sentados a la mesa de las familias pudientes. En medio de los preparativos se encuentra Plácido, que es contratado para participar con su motocarro en la cabalgata, pero hay un pequeño detalle que le impide dedicarse únicamente a su tarea: ese mismo día de Nochebuena le vence la primera letra del motocarro, su único medio de vida.

Nominada al Oscar a la mejor película extranjera. Selección Oficial Festival de Cannes

Roc Massaguer en Miradas de cine:
Spoiler: mostrar
Aunque sea una sorprendente forma de empezar el análisis de una película (espero que se me perdone), me gustaría agradecer a la censura lo que hizo por el cine español o, más concretamente, por el cine de Berlanga; Plácido es probablemente el ejemplo más contundente de su acción (y reacción). Tras Los jueves, milagro (1957), el cineasta español se las tuvo con la censura, que finalmente caló su crítica hacia los estamentos religiosos y políticos y obstruyó sus dos siguientes proyectos.

Quizás sea una imagen demasiado lírica, pero hay que imaginar a Berlanga cogiendo carrerilla durante cuatro años para con un sutil toque de derechas (a pesar de ser zurdo...) meter un gol por la escuadra. Lo hizo con un cambio de registro respecto a sus anteriores películas, cogiendo el bisturí y rodando bajo la piel de cordero de una comedia costumbrista: Plácido supone un éxito de la inteligencia, un éxito cinematográfico y un éxito artístico.

En Plácido encontramos la crítica más feroz no ya a la dictadura sino a una sociedad hipócrita, más preocupada por las apariencias que por el fondo. Así parece ser también el film, con una perfección narrativa, simplicidad en la trama y estética contemporánea (por no decir franquista) que permitía confundirla con una obra coral cualquiera de la época. Pero el fondo, al revés de lo que sucede en los lujosos comedores de los adinerados ciudadanos de la historia, es demoledor y lleno hasta los bordes de intencionalidad.

Cuando oyó la noticia del inicio de una campaña a nivel nacional titulada "Siente un pobre en su mesa", el propio Berlanga explica que en seguida sintió que había una historia para ser contada. Imagínense hasta qué punto era surrealista esta campaña, consistente en acoger a un pobre durante una cena para saciar las conciencias burguesas más que el apetito del invitado, que la propia censura prohibió poner como título de la película el nombre de la misma, intuyendo ya que nada bueno podía salir de esa frase.

Sólo a través de la censura se explica la recreación tan certera de lo que sucedía en la España de los 60. Sólo a través de personajes no sólo creíbles sino reales hasta el último detalle, se podía expresar el cinismo de la sociedad acomodada de la época, sin metáforas ni dribblings: directo al grano. Las penurias de la família de Plácido pasan desapercibidas ante los ojos de los ostentosos miembros de la comunidad como seguramente pasaban las desgracias estructurales de esa sociedad. Pero ahí estaban y así sirvieron de eje de la película.

En el chut de derechas por la escuadra que supone este film, debemos irnos hasta el final del metraje para encontrar el momento culminante, cuando el balón hace estornudar la red, alertando al portero de que, efectivamente, el balón ha entrado. Este placentero descenlace para el artista llega en el caso de Plácido en un final arrebatador; un final que el propio Berlanga se ve obligado a suponer erróneamente ahora, en los comentarios de la edición en DVD, que fue censurado. En el último minuto de metraje observamos como tras un acto de profunda falta de caridad vestido de justicia materialista, un enojado cliente acude a casa de Plácido para reclamar su cesta de Navidad extraviada. Tras intercambiar apasionados insultos, se despide con un "estos desgraciados son todos iguales". En esta frase se resume la esencia de la película: el personaje que la grita se refiere a los pobres: gente sin principios, es decir, sin apariencias; el espectador aburguesado seguramente interpretó lo mismo e inclusó pensó que no merecían ni la caridad que rezaban los carteles de la campaña, mientras que el espectador ávido comprende y comprendía la ironía de un despecio que rebota, puesto que ha sido expuesto ante un espejo.

En Plácido, cada detalle busca el realismo y a la vez la intención crítica de una forma no conocida hasta entonces en España (con excepciones contadísimas como la misma Bienvenido Mister Marshall (1952)), aunque sí en Europa principalmente a través del neorrealismo italiano. Revestir las tragedias humanas y morales con un humor negrísimo no es sino otra forma de presentar la vida, una forma tan típica de Berlanga como de la cultura contrafranquista e incluso postfranquista. La historia es sencilla: un humilde transportista, Plácido (interpretado con tanta naturalidad como sentido del humor por Cassen), es contratado para usar su motocarro en el acto de la campaña de solidaridad con los más desvalidos. Preocupado por el impago de una letra que puede costarle el embargo, el protagonista sigue y persigue los obstáculos y desventuras de la propia campaña a lo largo de una fría noche de invierno.

Uno se ríe en Plácido porque Cassen (prácticamente en su primera intervención en el cine) y José Luis López Vázquez saben explotar a la perfección el elegantemente punzante guión de la pareja Azcona-Berlanga. Es inevitable reírse con la esperpéntica burocracia, con las chapuzas organizativas, con los cuernos virtuales del yerno Benigno Quintanillas (por cierto, qué acertados los plácidos nombres de los dos protagonistas), con el dentista casi-médico o con las inesperadas repercusiones de una inminente muerte pagana. Uno no puede evitar reirse, aunque la tragedia subyace en cada escena. Es terrible pensar que alguien se pregunte qué sale más a cuenta, si un viejo o un pobre; es terrible que alguien lamente que el muerto sea justamente el suyo ("¡con lo bien que iba la campaña!") y es terrible que un hombre esté a punto de perder su principal herramienta de trabajo por no recibir las migajas que, en forma de sopa, se reparten para otros ante los flashes de las cámaras.

El humor negro se confunde entre las trifulcas e idas y venidas de una puesta en escena casi teatral, sin apenas primeros planos, que orquestra (al milímetro) un reparto coral como la forma más directa y eficaz de mostrar cómo éramos. El ritmo trepidante no deja margen a la reflexión consciente y los mensajes quedan latentes, tapados por un histerismo cómico propio del más clásico bodevil. Berlanga domina el ritmo y sólo lo frena en la escena final, cuando pretende (con éxito) que rumiemos todo lo que hemos ido tragando a golpe de pobre hambriento, en un último minuto sublime que se cierra con un villancico de final sorprendente; sorprendente porque cambia la letra tradicional por un "en esta tierra nunca ha habido caridad ni nunca la habrá, ni nunca la habrá". Una letra que hace evidente, quizás demasiado, el sonido de la pelota en el fondo de la red.

Hemos explicado que esta película fue un éxito de la inteligencia, pero también lo fue cinematográfico, puesto que le abrió las puertas del mundo (del cine y del mundo en general) a Berlanga, que no sólo fue nominado al Oscar a la mejor película de habla no inglesa, sino que viajó a Estados Unidos para ver, aturdido, como directores de la talla de Wilder o Bergman le preguntaban de igual a igual sobre el rodaje de la película. Aunque la película traspúa ingenio, lo que seguramente apreciaron sus colegas fue la maestría con la que Berlanga hizo fácil lo difícil. Quizás por eso el director español recuerda Plácido como uno de sus proyectos "más satisfactorios".

Lo difícil es retratar en menos de 90 minutos la complejidad de una sociedad dividida (pero no de lado a lado sino de arriba a abajo) sin irse por las ramas ni necesitarlas; lo difícil es sostener una trama más bien simple con una profundidad de segundas y terceras lecturas; lo difícil es que los personajes de siempre (las caras eran, menos la de Cassen, archiconocidas) no cuenten lo de siempre; lo difícil era, pues, conseguir que una obra maestra de la puesta en escena, el montaje, el guión y la interpretación, parezca una película costumbrista. Éste es el éxito artístico, un gol de esos de un sólo toque que, a posteriori, todos pensamos que meteríamos.

Es, en definitiva, un gol de moviola, de esos tan buenos que incluso a pesar del paso del tiempo y de la evolución de los futbolistas y del propio fútbol, siempre sigue magnífico en la retina. Decíamos que la censura ayudó a afilar el cine de Berlanga, pero deberíamos concluir diciendo que el gol no fue (sólo) a Franco y sus censores, sino a la especie humana, tan hipócrita para lanzar con asco las sobras a los pobres creyendo ser caritativo como para comprender esta película y seguir haciéndolo. Un clásico, vamos.
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Director: Luis García Berlanga
Guión: Rafael Azcona, Luis García Berlanga, José Luis Colina, José Luis Font.
Actores: Cassen, José Luis López Vázquez, Elvira Quintillá, Amelia de la Torre, Julia Caba Alba, Amparo Soler Leal, Manuel Alexandre, Mari Carmen Yepes, Agustín González, Luis Ciges, Antonio Ferrandis.
Género:
País: España
Año: 1961
Idioma: Español
Duración: 84 Minutos
Ripeador: Pipa para veinticuatrofps
IMDB
Filmaffinity
ESPECIFICACIONES TÉCNICAS:
Resolución: 720 x 528
Calidad: DVDRip
Codec Video:XviD
Codec Audio: AC3
Bitrate Video: 2192 kbps
Bitrate Audio: 48000Hz CBR 256 kb/s total (2 chnls)
Capturas:
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Un clásico del cine para adolescentes: Baxter!. Una película con Patricia Neal y Jean-Pierre Cassel.

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Cirlot
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Re: Placido (Luis García Berlanga, 1961) DVDRip

Mensaje por Cirlot » Mié 06 Ene, 2010 01:34

Me la quedo. Muchas gracias, rrreeevvv.

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Scocing
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Re: Placido (Luis García Berlanga, 1961) DVDRip

Mensaje por Scocing » Mié 06 Ene, 2010 02:50

Pinchada, gracias.

Saludos.

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Mercedes
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Plácido (Luis García Berlanga,1961) DVDRip

Mensaje por Mercedes » Dom 14 Nov, 2010 19:36

Plácido

imdb

Imagen

Pais: España
Año: 1961
Género: Comedia
Duración: 85 min.
Dirección: Luis García Berlanga
Guion: Rafael Azcona, Luis García Berlanga, José Luis Colina.
Música: Miguel Asins Arbó

Reparto:
Cassen, José Luis López Vázquez, Elvira Quintillá, Amelia de la Torre, Julia Caba Alba, Amparo Soler Leal, Manuel Alexandre, Mari Carmen Yepes, Agustín González, Luis Ciges.


Descripción:
En una pequeña ciudad de provincias, unas señoras se inventan la campaña navideña "cene con un pobre", para que los más necesitados disfruten por una noche del calor y el afecto que no tienen, sentados a la mesa de las familias pudientes. En medio de los preparativos se encuentra Plácido, que es contratado para participar con su motocarro en la cabalgata, pero hay un pequeño detalle que le impide dedicarse únicamente a su tarea: ese mismo día de Nochebuena le vence la primera letra del motocarro, su único medio de vida.

Críticas:
Spoiler: mostrar
1961: Nominada al Oscar: Mejor película de habla no inglesa.
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"La gran obra maestra de Berlanga estalla no sólo como impecable comedia costumbrista, sino también como un devastador retrato social" (Miguel Ángel Palomo: Diario El País)
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"Ácida, crítica y con el sarcasmo como banderín de enganche. De paso, Berlanga juega al cine con sus eternos y magníficos planos-secuencia" (Cinemanía)
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Retrato inmisericorde de la sociedad española
Clásico inmarchitable del cine español de todos los tiempos “Plácido” es unas de las obras maestras indiscutibles y fundamentales de la filmografía de Luis García Berlanga. Rodada en el momento cumbre de su creatividad, en un periodo oscuro donde la feroz censura del régimen franquista agudizaba el ingenio y la imaginación de los guionistas “Plácido” se transforma, siguiendo el hilo conductor de un alambicado, pérfido y malévolo guión del propio Berlanga y Rafael Azcona y bajo la afilada dirección de un Berlanga -lejos de la ternura que destilaba su mirada en anteriores trabajos- en una falsa comedia coral y en una amarga, pesimista y cruel reflexión sobre la sociedad española de la época. Deudora en parte del neorrealismo tardío, tanto en la forma como en el fondo, “Plácido” es al mismo tiempo una visión vitriólica de la realidad y un retrato despiadado e inmisericorde de la España de la pandereta, profunda, negra y reaccionaria que desgraciadamente sigue vigente en amplios sectores de la sociedad española actual. Con “Plácido” Berlanga disecciona y hace pedazos -con su habitual lucidez- a una sociedad hipócrita, mezquina y provinciana de doble moral donde lo más importante son las falsas apariencias, que predica la caridad pero que no la practica, a la que le molesta la pobreza pero que no hace nada por erradicarla y que necesita poner en marcha una cruel farsa, en forma de campaña navideña, bajo el lema “siente un pobre a su mesa” para lavar sus conciencias. Con un reparto irrepetible de grandes actores en estado de gracia, donde seria injusto destacar a nadie, Berlanga se mueve como pez en el agua en ese cine coral tan querido por el y en el que ha sido maestro y referencia absoluta. Trufada de secuencias memorables, no por esperpénticas y surrealistas menos dramáticas, son especialmente inolvidables la que se desarrolla en los lavabos públicos y sobre todo la larga, genial y milimétrica secuencia -de una sátira mordaz demoledora- en la que el repentino empeoramiento del estado de salud de uno de los pobres, gravemente enfermo, desencadena una situación cómico-patética que pone en evidencia todas las miserias de esa sociedad amoral. Obra maestra de imprescindible visionado.
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Siente un pobre a su mesa - Y vean juntos esta obra (si le interesa)
Hoy he visto esta genial película; Plácido (1961), de Luis G. Berlanga, ese gran hombre que nació el mismo día que yo, y en la misma ciudad. Aunque había oído hablar de ella menos que de las otras dos que había visto hasta ahora (El verdugo y Bienvenido Mr. Marshall), ésta es la que más me ha gustado. El guión es buenísimo, y los diálogos no decaen, se mantienen en su alto nivel de humor ácido e ingenio, uno tras otro...
Viendo este tipo de películas, me producen una reacción difícil de explicar; es como una risa interior, no exterior, pues no me ha provocado carcajadas, pero sí una profunda sensación agradable, ya que no es el estómago lo que se mueve, sino la mente. Es lo contrario a las películas o cosas que insultan a la inteligencia, pues a diferencia de éstas, obras como Plácido son portadoras de ella.

Y, por supuesto, no se trata de humor a secas; va mucho más allá, hilando una crítica demoledora de la sociedad española de su tiempo, en cuanto a la excesiva importancia que se daba a las apariencias (religiosas, de nivel económico...), la hipocresía que existía, el egoísmo...

Vaya..., casi 50 años después, las cosas no han cambiado tanto...

Pero sí que vamos a mejor, de eso no cabe duda.
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Bendita censura
Bendita sea allí donde esté, ¡como pudimos disfrutar con ella!, nos ha mostrado todo tipo de momentos: hilarantes, como cuando en Mogambo pra intentar ocultar una infidelidad creó un incesto, eróticos, porque los besos y las caricias imaginados eran siempre mucho más lujuriosos que los mostrados, incoherentes, como cuando cambió el pasado de Rick Blaine para hacerle defensor de la independencia austríaca ante la Anschluss en lugar de partidario de la República (nadie en Austria se opuso a la Anschluss), etc...

Pero si hubiera que elegir el momento glorioso de la censura sin duda sería cuando le colaron por toda la escuadra la mayor carga de profundidad contra ese estamento extraño, preñado de hipocresía y doble moral, vomitivo en el fondo y en la forma conocido como franquismo.

Bajo el pretexto de un cuento de navidad, Berlanga disecciona el repugnante sentido ético de un mundo dónde sólo importaba la apariencia.

Sólo por la idiocia de no reconocer semejante patada en los huevos a tan repulsivo régimen merece nuestras alabanzas, bendita bendita censura.
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Brutal, mordaz, sutil.
Dice Berlanga que cuando Placido fué nominada a los Oscar como mejor película extranjera, le invitaron a la típica cena de "soy guay" de Hollywood. Dice que allí se encontro con la crem de la crem: Capra, Wilder etc. Dice que muchos profesionales de la todopoderosa industria norteamericana le preguntaron detalles de la película o sobre como había decidido rodar tal o cual escena. Dice Berlanga que no se lo creía.

¿Y por qué no Don Luis? Yo entiendo la admiración y el reconocimiento que tuvo su obra. Una película maravillosamente interpretada por un reparto coral que ya quisieramos ver hoy día. Con la duración justa para contar lo que quiere, sin artificios ni vueltas de tuerca. Con la que ries y piensas al mismo tiempo. Una inteligente crítica a la hipócrita sociedad que componemos y que se supera a si misma en fechas como la Navidad.
Las pequeñas carencias del cine español de la época no restan nada a su valía D. Luis, al contrario, es también ahí donde radica su encanto.

Una delicia. Creaselo.
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Un pedazo de universo en cada plano.
Latigazo a la sociedad española de la época, en donde la disparidad entre pobres y ricos no se podía, aunque se quisiera, ocultar con una caridad ficticia. La historia está plagada de personajes entrañables, auténticos, a los que Berlanga y Azcona llenan de sibilina hipocresía al hacerles caer en una caridad oficial, ridícula, vacía de verdadero sentido. Llama la atención la habilidad de los guionistas para camuflarla como un sainete costumbrista más, para hacerla aparecer como una obra inofensiva y amable y colar a la censura lo que la película estaba diciendo en realidad. El director sabe que no puede atacar con saña o excesiva dureza, y decide no potenciar, no subrayar, pero nunca olvida detalles, pequeños en apariencia, pero que son verdaderos aguijones y que tienen un efecto demoledor vista la obra en su conjunto. Humor negro, cine inteligente cargado de detalles, que no tiene nada que envidiar a maestros italianos como De Sica o Fellini y que en cintas como "Placido", está incluso por encima. Sin duda alguna, nuestra mejor película.
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Falsa decencia y cínica caridad
Luis García Berlanga llevó a cabo el proyecto de Plácido cuatro años después de rodar Los jueves milagro, impunemente modificada y recortada por la censura franquista. Tras ese paréntesis, Berlanga vuelve en plena forma para rodar Plácido, la película que a la postre sería una de sus tres obras maestras, junto con ¡Bienvenido Mr. Marshall! y El verdugo, una de las más lúcidas y ácidas críticas de la sociedad de la época, construida alrededor de la hipocresía y de la apariencia, con la singular estructura de Berlanga.

Plácido es un retrato cínico sobre la caridad cristiana de las clases burguesas de mitad del siglo XX en España. Una sociedad psicológicamente deprimida que se nutre de las apariencias, del engaño, del egoísmo y del desprecio soterrado hacia los más desheredados. Personas que aceptan de buena gana el abuso prolongado de los más poderosos y que no asumen su incapacidad de transmitir ternura, aceptar un compromiso social o mostrar un ápice de solidaridad con los miserables e ignorantes. Debido a ello, las ridículamente llamadas fuerzas vivas de esta capa social son capaces de llevar a cabo una desasosegante campaña navideña con el lema “Siente un pobre a su mesa esta Navidad”; una campaña a todas luces oportunista, desorbitada y falaz.

Berlanga filma un extraño y complejo entramado de pequeñas historias demasiado nuestras y las deja fluir con soltura, en ausencia de manipulaciones emocionales o sentimentalistas, sin golpes de efecto, para que cada cual vaya sacando sus propias conclusiones libremente. Plácido es un retrato cruel, agresivo, duro, en donde todos sus personajes son culpables de moverse por actitudes egoístas (ninguno se salva, exceptuando irónicamente el papel de la amante libertina, interpretado por Amparo Soler Leal) y todas las instituciones que dan soporte a la película, como la familia o la justicia, se presentan como opresoras, impotentes y ridículas. La película es también una farsa moral, un intento de Berlanga y el gran guionista Rafael Azcona (El pisito, El verdugo, Vivan los novios, El cochecito...) de revolvernos en el asiento ante tamaña crítica social.

El caso de Plácido, genialmente interpretado por Cassen, merece un capítulo aparte. En él se dan cita todos los anhelos, circunstancias y preocupaciones de un ciudadano español de la época; un hombre honrado, necesitado, con varios hijos, profundamente humano, que desea progresar en la vida con el esfuerzo de su propio trabajo y que por este motivo se encuentra estrechamente ligado al instrumento de su sudor: un motocarro. Su trabajo en la película es rico en matices, con una enorme variedad de registros dramáticos y una personalidad que aporta cohesión y viveza a su papel.

El tono de la película es burlón, cáustico, rozando el neorrealismo italiano y el esperpento de Valle. Recordemos las escenas de la llegada de las artistas a la estación y, sobre todo, la cínica subasta de estrellas en el casino de la ciudad, en donde se refleja la hipócrita ostentación pública de los patéticos pudientes y la precariedad económica de la sociedad de entonces, circunstancias que favorecen la soberbia crítica de Berlanga y el fluir metódico y sinuoso de una película de imprescindible visionado para todos los amantes del cine.
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Con mayúsculas
Esto es cine con mayúsculas: sin medios, con buenos actores, con un buen guión que mira su entorno, que se implica con la realidad y en la mejor tradición del esperpento y la España Negra.
No descubro nada si digo que es una de las cumbres del cine español y de Berlanga. Inolvidable Cassen y su motocarro, incluso el minipapel de Chus Lampreave muy jovencita.
Tan real que todavía duele
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LA MEJOR PELÍCULA NAVIDEÑA DE LA HISTORIA DEL CINE
Si yo fuese programador de televisión, cada Nochebuena mi cadena emitiría PLÁCIDO.

Ninguna otra película refleja tan bien lo que es el espíritu navideño, y que no se me mosqueé nadie. Porque el que es bueno, generoso y caritativo, ha de serlo todo el año… el que sólo lo es a toque de corneta y para que le vean sus vecinos, supongo que poseerá un gran espíritu de éstos.

No sé en qué momento la Navidad pasó de ser una celebración religiosa a un carnaval depravado. Depravado, sí. Un despropósito consumista cargado de buenas intenciones de palo y absolutamente insufrible y fagocitante para el que pretenda prescindir de él. La Navidad apesta. PLÁCIDO lo refleja tan honestamente, con toda su mala baba, su humor negro y su feroz crítica a la hipocresía humana, que para mí se convierte en la mejor película navideña de todos los tiempos.

Mi tolerancia a ver a anormales regordetes de barba blanca postiza que dicen jo, jo, jo, cada vez es menor, hasta el punto de que la próxima navidad me veo comprando un revólver para dispararle a la tele, o al balcón de los vecinos, que ahora la gente gusta de colgar al anormal de sus terrazas… qué asco. La Navidad no es entrañable. Entrañable era ver a los Reyes Magos siguiendo a la estrella de oriente hasta encontrar al niño Jesús y entregarle sus regalos. Pero esto pasó de moda. Me estoy yendo por las ramas.

Volviendo a PLÁCIDO, no sólo poseé un guión maestro, si no que también es el cúlmen de los planos secuencia Berlanganianos… magníficos en su ejecución, en los que el realizador hace una pirueta, el más difícil todavía, y decide incorporar en uno de ellos un tren. UN TREN, de los de la época, claro. Esto es, si un actor se equivoca o algo falla, pues todo el mundo vuelve a su marca inicial y se empieza a rodar de nuevo…pero ¿cómo se hace eso con un tren? ¿Que eche pa' tras y vuelva a entrar cuando le toque hablar al actor que va subido en él?.. Sencillo no parece.

Tanta perfección se subraya con el gran reparto, del que destaco a un joven Luis Ciges, haciendo de pobre que se pone morao, y a un entrañable Manuel Alexandre. Este hombre sí que debería de ser un icono navideño. Sin intención de desmerecer a James Stewart, yo pondría a Alexandre de protagonista de Qué bello es vivir… sería una delicia, pero como esto no es posible, elijo la peli de Berlanga por encima de la Capra como la mejor película navideña de la historia, entre otras cosas, porque resulta mucho más actual e irremediablemente menos ñoña.

Y para concluir, Berlanga cierra con un villancico, el único con una letra coherente de toda la historia de los villancicos: “En este mundo no hay caridad, ni nunca la ha habido, ni nunca la habrá”
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Entre lo mejor de Berlanga
Esta es una de las joyas de nuestro cine español, una de esas comedias con ese estilo inconfundible de Berlanga, con una ambientación maravillosa, y con un plantel de actores de lujo.
Todo transcurre en Nochebuena; una letra a pagar, un muerto, una viuda, una cesta de Navidad, una cabalgata, un notario, una estrella, unas artistas de cine, un adelanto, una familia, un pobre, y... ausencia de caridad. Y todo esto contado con ese estilo narrativo que solo Berlanga sabe hacer y que atrapa de principio a fin. No tendrá idea de lo que es el cine español si no ha visto “Placido”.
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La nochebuena más negra del cine
Tenía un poco de miedo al enfrentarme a esta película porque había oído cosas maravillosas de ella, y temía que me decepcionara como "El verdugo". Pero después de verla he comprendido su nominación al Oscar y que sea considerada por muchos como la mejor película española de la historia. "Plácido" es una joya pura y dura de corta duración y con unas escenas maravillosamente calibradas, con virtuosos y fantásticos planos-secuencia donde pasan mil cosas y Berlanga consigue que te centres en lo que él quiere (las mujeres acordando rezar mientras de fondo preparan al muerto). Cuenta con un grupo de actores inmensos y un sentido del humor negro, perverso y con una mala leche asombrosa, además de trasmitir legítima tristeza y hacer reflexionar sobre el mundo de entonces y el de ahora. Una obra maestra que se debe revisar siempre que se pueda.
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Plácido Alonso, pa' servirle
Acidísima crítica felliniana y esperpéntica a la sociedad... iba a decir de la época. No. De todas las épocas. Porque el egoísmo es furibundamente universal y forma parte del ser humano desde el albor de los tiempos. De eso va la película. De egoísmo. Porque todos, absolutamente todos los esperpénticos personajes que van desfilando a ritmo frenético (a veces demasiado frenético) ante los ojos del espectador son egoístas (salvo, quizás, la encantadora y entrañable viejecita que llora desconsolada porque se le ha muerto su Pascual, él que era tan bueno, ante la indiferencia de todos), desde Plácido -sólo uno más, aunque dé título a la película- que sólo se preocupa de pagar la letra de su motocarro hasta las emperifolladas señoras que sientan a un pobre a quien en realidad desprecian a comer a su mesa en un aparente acto de caridad cristiana o las artistas que quieren impulsar su carrera participando en un acto benéfico, pasando por los propios pobres, que lo único que quieren es comer, comer, y ya está, y lo expresan con una espontaneidad realmente encantadora, y eso los hace diferentes y mejores: que ellos son egoístas, sí, pero lo muestran sin tapujos. En su día fue una crítica demoledora a aquella sociedad nacionalcatólica (convenientemente disfrazada, eso sí, de típica comedia costumbrista española... había que sortear la censura, amigos), pero su mensaje goza aún hoy de plena validez, aquí y en el Imperio Austrohúngaro. Porque, ¿acaso no somos hoy igual de hipócritas y egoístas que Plácido o que la señora de Galán? ¿Acaso no seguimos pretendiendo lavar nuestras conciencias con actos benéficos de toda clase preocupándonos muy mucho, eso sí, de que todo el mundo se entere de lo buenos y lo desprendidos que somos? ¿Acaso ese tipo de actos no se sigue potenciando hasta el infinito en fechas navideñas?
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Una de las grandes de Berlanga
"Plácido" es, probablemente, la película de Luis García Berlanga que mejor refleja la hipocresía de la sociedad española en los años 50-60 en clave de humor. Con un argumento que parte de algo tan simple como las vicisitudes de un pobre hombre para pagar la letra de su motocarro, la película ahonda en la diferencia de clases, en el cinismo de gente que cree hacer una labor solidaria y trata de ignorar por su propio interés lo que fácilmente podía hacer feliz a los demás, en las profundas supersticiones religiosas de la época extendidas por el régimen franquista, etc. Realmente hay muchos aspectos en la película que Berlanga esconde implícitamente para obligar al espectador a percibirlos e invitarle a hacer una profunda reflexión posteriormente. Y, por supuesto, no faltan sus famosas referencias al Imperio Austro-Húngaro.

La campaña navideña "Ponga a un pobre en su mesa" es absolutamente satírica, puesto que su equivalente actual más cercano sería llevar a modelos cotizadísimas de las que aparecen en las revistas a cenar a un albergue con vagabundos. Algo totalmente impensable, lo cual refuerza su sentido humorístico. Mención especial para los pobres invitados a cenar en casa de los ricos. Creo que son de las mejores escenas que ha dado el cine español por la espontaneidad de los actores.
Datos técnicos:
Tamaño: 1,16 Gb
Duracion: 01:23:52
Vídeo codec: Xvid (doble pasada)
Resolución: 576 x 432
Bitrate: 1859 Kbps. Qf: 0.299
Audio codec: 0x0055(MP3, ISO) MPEG-1 Layer 3
Bitrate Castellano: 48000Hz 128 kb/s total (2 chnls)
Subtítulos : No trae


Capturas:
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Va por ti, mi admirado Luis García Berlanga. D.E.P. No te olvidaremos!!. Imagen
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Jacob
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Re: Placido (Luis García Berlanga, 1961) DVDRip

Mensaje por Jacob » Dom 14 Nov, 2010 20:10

¡Muchas gracias, merxe!

mot
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Re: Plácido (Luis García Berlanga, 1961) DVDRip

Mensaje por mot » Sab 28 Dic, 2013 12:46

Muchísimas gracias.