Huracán sobre la isla. (1937)
The Hurricane
Género:
Aventuras
Nacionalidad:
USA
Director:
John Ford
Stuart Heisler
Actores:
Dorothy Lamour
Jon Hall
Mary Astor
C. Aubrey Smith
Thomas Mitchell
Raymond Massey
John Carradine
Jerome Cowan
Al Kikume
Kuulei De Clercq
Mamo Clark
Movita
Inez Courtney
Reri
Flora Hayes
Productor:
Samuel Goldwyn
Guión:
Oliver H.P. Garrett
James Norman Hall
Fotografía:
Paul Eagler
Bert Glennon
Archie Stout
Música:
Alfred Newman
Duración: 100 minutos.
Sinopsis:
El gobernador de una isla de los mares del sur quiere acabar con el idilio que mantienen dos indígenas. Para ello decide condenar al joven a seis meses de encierro.
El cine es un arte. Muy bien, de acuerdo. El cine es simplemente un pasatiempo. Pues vale. ¡Qué más da!, a uno le entra la risa cuando sale del cine extasiado, renovado, cavilando, con una sonrisa de oreja a oreja, o con un kleenex rasgando el lagrimar, y capta a su alrededor discusiones absurdas en torno a la historia que le acaba de arrebatar tiempo, pasión y razones. Para qué perder el tiempo en vanos comentarios de furia si la peli nos ha defraudado, y sentimos que la taquillera usa guante blanco para robarnos, o por el contrario para qué masturbarse mentalmente entre los sueños, semanas después de haber visionado la que creemos es la mejor película que hemos visto. Hay películas que tras visionarlas, una y otra vez, sentimos que son obras artesanales, que nos capturan durante su proyección, y que perduran en nuestros recuerdos, obteniendo la opción de recurrir a ellas cada vez que ese recuerdo se haga tan potente y real que actúe como ansia y mono en el cerebro, necesitándolas sólo para cubrir nuestras necesidades durante su duración. Ni malos rollos post-visionado, ni reflexiones pedantes después. Son esas películas que te dejan bien clavado en una butaca, te divierten y te narran algo que sólo en esa sala podrás vivir. Cuando se acaba la proyección, sólo te queda una opción para poder disfrutarla. Volver a entrar. Pero hay que contar con majaderos, como el que esto escribe, para asegurar que el hombre sí que tropieza dos veces sobre la misma piedra. Por un lado es capaz de ver numerosas veces una película como Huracán sobre la isla, y por otro, contradecirse a sí mismo y desplegar una insufrible chorrada sobre ella, como una paja mental salvadora.
Esta aventura fordiana de 1937, no es sólo que resguarde su fuerza a salvo a lo largo de las décadas, sino que además la incrementa a medida que el tiempo pasa, y las comparaciones con las de su género son inevitables. Esa huida de primera clase de la isla de Manikoora, en la vida de Terangi (John Hall) y Marama (Dorothy Lamour), está filmada como nunca. Esos efectos de un huracán que arrolla con todo a partir de la última media hora del film son apabullantes y totalmente creíbles (más de una vez he creído que el huracán ocurrió de verdad), sobre todo si lo comparamos con el de la horrible versión producida por De Laurentiis de 1971.
Cómo no, de nuevo el mejor guionista norteamericano de los años 30, Dudley Nichols, esta vez con la ayuda de Oliver P.H. Garrett, elaboró el guión sobre la base de la novela de Charles Nordhoff y James Norman Hall, donde se narran las aventuras y desventuras del citado Tarangi, un indígena de una exótica isla de los mares del sur, que es un hacha como contramaestre en los barcos comerciales franceses, que transportan mercancía a Tahití. Mientras él ayuda a sus colonizadores galos a navegar por alta mar, su amada y prometida le espera en la isla, donde un gobernador con ansias de poder y mano dura, Delaage (Raymond Massey), intenta convertir a los indios en una sociedad occidental donde rijan sus leyes y su justicia. El doctor Kersaint (Thomas Mitchell) y el padre Paul (C. Aubrey Smith) intentan convencerlo de que ello es imposible (“...es como enjaular el vuelo de unos pájaros libres”). Todo se vuelve dramático cuando en un viaje a Tahití, Tarangi no puede soportar las ofensas de un “superior” hombre blanco y se enfrenta a él. La policía le arresta y le condena por unos días como castigo aclaratorio de qué raza manda en la Tierra. Pero la metáfora imposible del indio-pájaro enjaulado se vuelve real, y Tarangi no soporta el encarcelamiento, así que a la mínima posibilidad intenta escapar, pero le capturan en el intento, lo que le supone un aumento de la condena.
A partir de aquí la historia denota esencia oscura de verdad, esas escenas de films carcelarios donde Edward G. Robinson proclamaba su hastío mientras una voz en off iba confesando que quedaban “600, 500, 300... días para la libertad”, son puro chiste al lado del peso que tiene que soportar Tarangi, ya que cada vez que se fuga (son innumerables las veces que lo intenta) su condena es mayor, llegando a ser casi perpetua. Y el pobre indio (otra vez el corazón de Ford tratando temas extremos dentro de personajes extremos, al margen, incomprendidos y libres) no ve la ocasión para nadar entre las aguas claras del Pacífico y reunirse con su mujer y su hija. Mientras tanto, el inoperable Deelage no hace nada por salvar y traer de vuelta a Tarangi a su isla, y hasta su esposa (la gran Mary Astor) se le opone y apoya la causa indígena.
Allí, en esa isla donde el ojo del huracán, el mismo Dios, descarga todo su castigo como en el bíblico ejemplo de la creación y el destierro del hombre del paraíso, los roces entre culturas, religiones, y los diversos criterios de libertad, son puntos de vista temáticos que agrandan el fondo de la historia y que acompañan una odisea de tragedias y fabulaciones nefastas para nuestro héroe, como el género de la aventura ordena, extasiándonos ante momentos de puro espectáculo bien razonado, como el de las fugas y la estancia en prisión, o esos instantes finales (los del HURACÁN), advirtiendo más detalles de la genialidad de John Ford. El cual nos regala esta película, para disfrute de todo aquel que tan solo desee emplear una hora y media aproximada de su vida (multiplicado por todas las veces que repita) en la visión de una artesanía fílmica, que está para eso, para que sea vista y gozada.
Premios:
1938 Ganadora Oscar Academy Awards, USA Best Sound, Recording Thomas T. Moulton
1938 Nominada Oscar Academy Awards, USA Best Actor in a Supporting Role Thomas Mitchell
1938 Nominada Oscar Academy Awards, USA Best Music, Score Alfred Newman
Datos técnicos:
Video DVDrip - divx pro 5.0.3 512x384
Audio mp3 mono
elink:
Huracan.sobre.la.isla.(1937).John.Ford.-.DVDrip.spanish.(aasbrrkktov).avi
Huracán sobre la Isla (John Ford & Stuart Heisler, 1937) DVDRip VE
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Es una película que me impresiono cuando la vi el otro día en una televisión local. Una aventura en los mares del sur, con injusticias, amores, aventuras, catastrofes, en fin una delicia.
No la conocía y no sabia que era de John Ford (me perdi el comienzo) pero me dejo un muy buen sabor de boca. Tanto es asi que el otro dia vi la novela en una feria de libros antiguos y me la compré sin dudarlo un instante, los autores son Charles Nordhoff y J.Norman Hall, famosos por haber escrito la trilogia de la Bounty, tres novelas en las que se basan las tres películas que se han hecho sobre el motín.
Gracias aashbrrkktov
(No me la bajo porque ya tengola versión original que compartió bobalote)
No la conocía y no sabia que era de John Ford (me perdi el comienzo) pero me dejo un muy buen sabor de boca. Tanto es asi que el otro dia vi la novela en una feria de libros antiguos y me la compré sin dudarlo un instante, los autores son Charles Nordhoff y J.Norman Hall, famosos por haber escrito la trilogia de la Bounty, tres novelas en las que se basan las tres películas que se han hecho sobre el motín.
Gracias aashbrrkktov
(No me la bajo porque ya tengola versión original que compartió bobalote)
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Se me había pasado este FORD, clásico entre los clásicos. Muy buena la presentación de aashbrrkktov y no puedo más que ampliarla un poquitín relatando una alucinante anécdota que explica PRIMO LEVI en su libro La Tregua y que recoge MARTIN AMIS en Koba el Terrible, un poco para demostrar los sentimientos del pueblo ruso ante el estalinismo y la represión constante y cotidiana en la URSS del socialismo real.
El autor se sienta a ver esta película entre un público mayoritariamente ruso en un campo de tránsito ucraniano durante la II Guerra Mundial:
Saludos a todos.
El autor se sienta a ver esta película entre un público mayoritariamente ruso en un campo de tránsito ucraniano durante la II Guerra Mundial:
Sin comentarios.Es como si los personajes de la película, en vez de sombras, fueran amigos o enemigos de carne y hueso que estuvieran allí delante de ellos. El marinero, cada vez que hacía algo, era aclamado con vítores ruidosos y metralletas agitadas peligrosamente por encima de las cabezas. Los policías y carceleros recibían insultos homicidas y gritos de "dejadlo en paz", "largo", "como os coja yo...", "mátalos a todos". Después de la primera huída, cuando volvían a capturar al agotado y herido fugitivo, y, peor aún, cuando la siniestra y asimétrica máscara de John Carradine se burlaba de él, se armó un escándalo impresionante. El público se levantó gritando en generosa defensa del inocente; una masa vengativa avanzó amenazadoramente hacia la pantalla [...] Piedras, terrones, maderos de las puertas derribadas (había habido una avalancha humana para entrar en el cine), incluso una bota de reglamento, volaron hacia la pantalla y dieron con violenta precisión en la odiosa cara del gran enemigo, que destacaba gigantesca en primer plano.
Saludos a todos.
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